Desde hace aproximadamente cinco años, la sonda Cassini de la NASA ha obtenido numerosos datos sobre la intensa actividad geológica de Encélado, la sexta luna de Saturno. La nave ya había desvelado la existencia de gigantescos chorros de vapor de agua, hielo y gases que se abrían paso a través de la corteza de este mundo. Pero, ¿de dónde provienen esta especie de géiseres? Los científicos especulaban con la posibilidad de que estuvieran provocados por un gran océano subterráneo de agua salada. Ahora, la Cassini ha proporcionado la mayor evidencia de la existencia de estos depósitos líquidos. La investigación aparece publicada en la revista Nature.
El descubrimiento ha sido realizado durante la misión Cassini-Huygens a Saturno, una colaboración de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Italiana. Lanzada en 1997, la nave llegó al sistema de Saturno en 2004 y desde entonces ha estado vigilando a Encélado, una de sus 19 lunas.
Los penachos de vapor de agua y pequeños granos de hielo enviados al espacio como grandes «eructos» de Encélado fueron descubiertos por la Cassini en 2005. Las peculiaridades de la zona sur de Encélado han llamado desde hace años la atención de los científicos. Es una área geológicamente activa, en la que se concentran cuatro grandes fisuras lineales de 130 kilómetros de largo por dos de ancho de las que emergen constantemente chorros de partículas de hielo y vapor de agua a temperaturas elevadas debido al calor interno del satélite. Estos surtidores salen de la superficie a velocidades supersónicas a través de las grietas, conocidas como «rayas de tigre».
Durante el paso de la nave sobre esta luna en 2008 y 2009, uno de sus instrumentos, el Analizador de Polvo Cósmico, pudo examinar las partículas lanzadas por los géiseres. Entonces, pequeños granos de hielo golpearon el objetivo del detector a una velocidad de hasta 11 millas por segundo. Según los científicos, el análisis de estos elementos demuestra que las partículas pobres en sal están siendo expulsadas desde el fondo del océano a través de grietas en la superficie de Encélado a una velocidad mayor que las partículas saladas, cargadas con sodio y potasio, lo que provoca que éstas vuelvan a caer sobre la superficie helada de la luna. Las partículas pobres en sal, en cambio, al salir disparadas, ayudan a formar el anillo E de Saturno.
200 kilos por segundo
Los investigadores creen que las partículas ricas en sal tienen una composición parecida al océano. La mayoría, sino todas, provienen de la evaporación de agua salada líquida. El océano salado puede encontrarse a 50 millas bajo la superficie, entre un núcleo rocoso y un manto de hielo. Casi 200 kilos de vapor de agua se pierden cada segundo por los enormes chorros junto con pequeños granos de hielo.
Frank Postberg, científico de la Universidad de Heidelberg, y su grupo de investigadores han deducido a partir de esos análisis que la práctica totalidad de la materia expulsada por los géiseres de Encélado proviene reservas de agua salada con una amplia superficie de evaporación.
«Encélado es una luna helada y pequeña localizada en una región remota del Sistema Solar donde no se espera encontrar agua líquida por su gran distancia al Sol», explica Nicolas Altobelli, investigador de la ESA. «Este descubrimiento es una pieza crucial de la evidencia de que condiciones medioambientales favorables a la emergencia de la vida pueden ser mantenidas en cuerpos helados que orbitan planetas gigantes gaseosos».
Fuente: http://www.blogastronomia.com/
Señor X
El descubrimiento ha sido realizado durante la misión Cassini-Huygens a Saturno, una colaboración de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Italiana. Lanzada en 1997, la nave llegó al sistema de Saturno en 2004 y desde entonces ha estado vigilando a Encélado, una de sus 19 lunas.
Los penachos de vapor de agua y pequeños granos de hielo enviados al espacio como grandes «eructos» de Encélado fueron descubiertos por la Cassini en 2005. Las peculiaridades de la zona sur de Encélado han llamado desde hace años la atención de los científicos. Es una área geológicamente activa, en la que se concentran cuatro grandes fisuras lineales de 130 kilómetros de largo por dos de ancho de las que emergen constantemente chorros de partículas de hielo y vapor de agua a temperaturas elevadas debido al calor interno del satélite. Estos surtidores salen de la superficie a velocidades supersónicas a través de las grietas, conocidas como «rayas de tigre».
Durante el paso de la nave sobre esta luna en 2008 y 2009, uno de sus instrumentos, el Analizador de Polvo Cósmico, pudo examinar las partículas lanzadas por los géiseres. Entonces, pequeños granos de hielo golpearon el objetivo del detector a una velocidad de hasta 11 millas por segundo. Según los científicos, el análisis de estos elementos demuestra que las partículas pobres en sal están siendo expulsadas desde el fondo del océano a través de grietas en la superficie de Encélado a una velocidad mayor que las partículas saladas, cargadas con sodio y potasio, lo que provoca que éstas vuelvan a caer sobre la superficie helada de la luna. Las partículas pobres en sal, en cambio, al salir disparadas, ayudan a formar el anillo E de Saturno.
200 kilos por segundo
Los investigadores creen que las partículas ricas en sal tienen una composición parecida al océano. La mayoría, sino todas, provienen de la evaporación de agua salada líquida. El océano salado puede encontrarse a 50 millas bajo la superficie, entre un núcleo rocoso y un manto de hielo. Casi 200 kilos de vapor de agua se pierden cada segundo por los enormes chorros junto con pequeños granos de hielo.
Frank Postberg, científico de la Universidad de Heidelberg, y su grupo de investigadores han deducido a partir de esos análisis que la práctica totalidad de la materia expulsada por los géiseres de Encélado proviene reservas de agua salada con una amplia superficie de evaporación.
«Encélado es una luna helada y pequeña localizada en una región remota del Sistema Solar donde no se espera encontrar agua líquida por su gran distancia al Sol», explica Nicolas Altobelli, investigador de la ESA. «Este descubrimiento es una pieza crucial de la evidencia de que condiciones medioambientales favorables a la emergencia de la vida pueden ser mantenidas en cuerpos helados que orbitan planetas gigantes gaseosos».
Fuente: http://www.blogastronomia.com/
Señor X
No hay comentarios:
Publicar un comentario