“El suceso ocurrió en el mes de noviembre de 1950, a 1.250 kilómetros de distancia al sur de Santiago. La casa estaba ubicada a siete kilómetros de Frutillar en dirección a la cordillera, un motor diesel proporcionaba la energía eléctrica necesaria al lugar donde se registraba el matrimonio de dos jóvenes descendientes de alemanes.
Fue entonces cuando se percataron de la presencia de un objeto luminoso en el cielo del lugar. Éste se hallaba en las cercanías de la cumbre del Volcán Puntiagudo. Ubicado a 98 kms al noreste de Puerto Varas y a 2.498 msnm.
De acuerdo a los testimonios de que se dispone, a las diez de la noche, los amigos de la joven pareja de novios sintieron un ruido aterrador.
El motor dejó de funcionar y la construcción de madera de roble quedó en la más absoluta oscuridad. Frente a la casa una pequeña loma adornada por un pequeño bosquecillo, ocultaba la laguna que servía de abrevadero a los animales. Los hombres de la casa fueron cegados por una luz de ilimitada potencia, que escapaba de detrás de los árboles. El ruido se intensificó hasta hacerles doler los oídos, permaneció durante tres horas, además el resplandor no se disipó hasta la madrugada.
Se trataron de utilizar los autos para pedir auxilio en Frutillar pero fracasaron, los motores no funcionaron y los focos no encendieron.
Al otro día, los Hoffman, dueños de casa, fueron a ver qué había ocurrido en el abrevadero de sus animales. Con sorpresa comprobaron que la laguna había desaparecido, en su lugar quedaba exclusivamente un hueco que parecía hecho con una pala mecánica, por la perfección del trazo.
Los habitantes del lugar llamaron al resto de la gente y todos se percataron que el abrevadero natural de la pequeña finca había desaparecido. Los autos volvieron a encenderse y el grupo electrógeno marchó otra vez.
Este hecho fue puesto en conocimiento de los incrédulos policías de la Tenencia de Carabineros de Frutillar y éstos lo comunicaron al mayor Enrique Gutiérrez Pino, subprefecto de Llanquihue. Todo parecía tan increíble, que el oficial prefirió no comunicarlo todavía al Ministerio del Interior en Santiago. Previamente requirió la opinión de los miembros de la Fuerza Aérea, que desde la base de Chamiza operaban una escuadrilla de aviones de entrenamiento y enlace con las islas de Chiloé.
En Chamiza como en el aeródromo civil de la Paloma, había algo más que miembros de la FACH. Operaba allí una misión científico-militar norteamericana. Compuesta por biólogos, meteorólogos y químicos de la USAF, unos cuantos pilotos y mecánicos. Su misión obtener muestras del ozono del aire, el más puro del mundo.
Norteamericanos y chilenos se dirigieron al lugar. Los primeros, luego de una breve inspección ocular se pusieron en contacto con su embajada. Los oficiales de la FACH informaron al Ministerio de Defensa y el mayor Gutiérrez tuvo que hacer lo propio con el de Interior.
En cuestión de horas los americanos montaron toda una expedición científica y por primera vez, que se sepa, la CIA se movilizó con rapidez y éxito para que el hecho permaneciese oculto. Un radiograma de la Dirección General de Carabineros, le indicó al mayor Gutiérrez que debía mantener el secreto. Igual comunicación le llegó al capitán de Bandada, Hugo Cevallos desde el Comando de Unidades de la Fuerza Aérea.
Los Hoffman y sus invitados debieron ser prevenidos que era mejor olvidarse del suceso de aquella noche y para evitar el ridículo por relatar una historia tan descabellada.
El periódico El Llanquihue y la radio Llanquihue ambos de Puerto Montt, fueron invitados a no recoger los rumores circulantes. Los dueños en persona, advirtieron a su personal que había que callar. La lejanía y la dificultad de las comunicaciones hicieron el resto.
A la semana de ocurrido el fenómeno anómalo habían llegado algunos científicos norteamericanos y decenas de sus ayudantes, provistos de contadores Geiger. El lugar donde había estado la laguna fue medido e investigado.
Los contadores delataron un alto grado de radiación fresca, no tan sólo en los bordes de la excavación, sino que hasta una profundidad de treinta centímetros.
El hecho que la tierra hubiese sido removida en forma tan pareja y simétrica, descartó toda posibilidad de evaporación del agua, porque no sólo ésta se esfumó, sino que la vegetación circundante desapareció.
Las autoridades chilenas fueron informadas de que los investigadores no habían llegado a ninguna conclusión y el material obtenido fue enviado a Langley, Virginia.
El caso de la “laguna desaparecida” se redujo a una habladuría de veladas invernales en torno a las cálidas estufas de leña de las cocinas de Llanquihue. En breve tiempo la leyenda y la realidad se fueron mezclando y sólo quedaron como pruebas, tanto en los archivos de Chamiza como de la Prefectura de Carabineros de Puerto Montt. Sin embargo en 1960, cuando la Fuerza Aérea se trasladó a sus flamantes instalaciones en el recién construido aeropuerto de El Tepual y la Prefectura pasó a un edificio nuevo, se les quemó por considerar que eran “documentos carentes de relevancia oficial”.
Ni siquiera se pudo saber cuál fue el punto exacto donde estuvo ubicada la laguna, porque los Hoffman, maldiciendo su suerte y el gasto, construyeron una aguada artificial para que abrevara su ganado lechero”. (5)
SU GEOGRAFÍA
Volcán Osorno – Lago Llanquihue (enero 1965)
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