martes, 22 de mayo de 2012

Terremoto en el norte de Italia: 7 muertos y miles de evacuados


Entre Bolonia, Modena y Ferrara, en el norte de Italia, plena llanura padana donde la tierra no tiembla nunca, un vasto terremoto originado en una fractura geológica a seis kilómetros de profundidad y a apenas 36 kilómetros de Bolonia, una de las principales ciudades italianas, causó ayer siete muertos, cincuenta heridos y unos 3.000 evacuados . Los daños han sido gravísimos en una zona plena de palacios, iglesias y castillos construídos hace siglos que se vinieron abajo, junto con fábricas, viviendas y edificios públicos y privados.

Muchas familias no pueden regresar a sus casas en peligro de derrumbe. Hubo dos temblores en la madrugada de ayer a los que muchos no dieron gran importancia, hasta que a las 4.04 (cinco horas menos en la Argentina), el terremoto causó un movimiento sísmico devastador de 5,9 grados Richter. Apenas inferior al que hace tres años destruyó la ciudad de L’Aquila, con un saldo de 308 muertos. Miles de personas salieron a las calles de las ciudades y pueblos de las provincias de Bolonia, Modena y Ferrara, gritando desesperadas. “Me envolví en una sábana y salí, no volví más a mi casa”, dijo Velia Raimondi, una anciana de 83 años. “Mis padres y mis abuelos vivían diciendo que esta zona era muy segura, de llanura. Alguien recordaba un sismo fuerte hace tres siglos”. Otros viejos repetían lo mismo y lagrimeaban viendo el desastre.

La tierra seguía temblando esta madrugada .
Hubo al menos 93 movimientos de asentamiento. A las tres de la tarde se registró otro terremoto de 5,1 grados Richter que produjo otros daños en los edificios. Una señora sufrió un derrame cerebral y murió anoche en un hospital, elevando a siete el número de víctimas fatales. El terremoto se ensañó con los habitantes de Finale Emilia, 11 mil personas que viven a pocos kilómetros de la zona del epicentro sísmico. El centro histórico, con sus palacios, iglesias y castillos, se derrumbó. Otro pueblo muy afectado fue Sant’Agostino, donde cuatro obreros perdieron la vida. La región de la Emilia Romania tiene en su territorio muchas fábricas y una larga tradición de izquierda. Nicola Cavicchi y Leonardo Ansaloni estaban haciendo el turno de noche en la principal empresa de cerámicas cuando los enormes galpones metálicos de la fábrica se vinieron abajo. Los dos murieron aplastados por el techo. Cerca de allí, en Bodeno, otro obrero, un marroquí de 29 años, falleció cuando cayó el techo de la fábrica en la que trabajaba. Otros seis trabajadores se salvaron. En la empresa Tecopress de Sant’Agostino murió Gerardo Cesaro, de 57 años, que soñaba con poder jubilarse pronto. Dos mujeres murieron por el espanto en la madrugada. Una centenaria de San Agostino y una joven alemana de 35 años de Sant’Alberto sufrieron infartos fatales.

Los temblores se sintieron en buena parte del norte de Italia.
Las regiones de Lombardía, Piamonte y Véneto sufrieron los efectos y miles de personas abandonaron sus casas, pero no hubo ni pérdidas humanas ni daños graves. Entre las joyas arquitectónicas e históricas destruidas está la Rocca, un castillo con cuatro torres de las cuales sólo la principal no se ha derrumbado pero las vistosas rajaduras que se observan la han condenado. Entre la lluvia y los continuos temblores se organizaron con eficacia las medidas para concentrar a la gente en lugares donde reciben comida, abrigo y atención médica. Las largas columnas de ayuda llevan cocinas de campaña, centenares de casas rodantes, camiones de bomberos y ambulancias. Italia es un país que casi siempre vive una emergencia y las ayudas están bien organizadas. Anoche hubo otro golpe sísmico que causó nuevas estampidas de gente desesperada que corría en los pueblos más afectados. Miles de familias pernoctan en los automóviles, mientras Protección Civil organiza las “Tendópolis” concentraciones de tiendas de campaña del tipo de las que fueron organizadas en L’Aquila. En Finale Emilia quedó destruido también el Palacio de los Venecianos, una joya arquitectónica del siglo XVIII. Siete familias que vivían allí huyeron mientras “todo caía sobre nosotros: los frescos del cielorraso, los cuadros, hasta las paredes”. Ninguno murió, solo hubo algunos magullados. Durante la jornada los párrocos organizaron misas al aire libre porque prácticamente todas las históricas iglesias y basílicas de la zona quedaron semidestruidas.

Fuente:http://www.clarin.com
SRX

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